lunes, 27 de octubre de 2014

Toda esta información es parte del marco de referencia utilizado para la investigación cuyas preguntas principales son las siguientes: 

  • ¿Qué causas tiene la discriminación?
  • ¿Cómo se manifiesta la discriminación escolar? 
  • ¿Cuáles son las consecuencias de la discriminación escolar? 

Estas tres preguntas nos servirán de guía para la elaboración del trabajo que tiene como propósito evidenciar la importancia de afrontar el fenómeno de la discriminación que abunda en nuestro medio escolar, con el propósito de brindarle una posible solución a este fenómeno que cada día tiene más víctimas y que es necesario ponerle un punto final. 


La discriminación escolar es un problema que tiene graves consecuencias para aquellos que son víctimas de ella. Es por eso que es importante que como futuros docentes conozcamos acerca de la discriminación, cuáles son sus causas, consecuencias, cómo se manifiesta, etc., para que cuando estemos en el aula o en la institución educativa sepamos identificar las situaciones que se den y que estén relacionadas con la discriminación, para así poder darles solución y también poder concientizar al resto de los actores sociales que están involucrados en la escuela (alumnos, padres de familia, directivos, etc.) y así erradicar esta problemática, ya que, como menciona Jorge Torres Romero:


(…) Combatirla es un imperativo para las instituciones educativas. Y la discriminación se combate, por supuesto, incorporando nuevos contenidos en los programas educativos, pero también modificando los términos de la relación entre alumnos, entre éstos y los docentes, entre éstos y los padres de familia, entre la escuela y la comunidad, y también transformando el ambiente escolar y las formas de gestión y dirección bajo principio de respeto y atención a la diversidad.[1]
                                                                             (Torres Romero, J. 2009 p. 3)


Es decir, que la lucha contra la discriminación se debe de hacer cambiando los paradigmas en los que nos basamos para convivir con los alumnos, padres de familia, directivos, etc., de manera que logremos una transformación en las formas de relacionarnos y comunicarnos, haciéndolo de manera respetuosa e inclusiva.

Mediante la implementación de estas medidas en contra de la discriminación podremos lograr un cambio en el contexto escolar y puede servir de precedente para que otras escuelas sigan nuestro ejemplo.

La escuela, como una de las principales formadoras de futuros ciudadanos, no puede seguir permitiendo que la discriminación suceda en las aulas, ya sea entre los alumnos o entre maestro-alumno, sino que tiene que ser un medio en el que exista respeto y tolerancia a las diferencias de los demás, puesto que son las diferencias las que nos enriquecen como personas y le brindan identidad al ser humano.

Los invitamos a que sigan investigando más acerca de esta problemática y a realizar propuestas que nos ayuden a darle solución a todos aquellos casos de discriminación en las escuelas del país, de manera que puedan evitarse todas las consecuencias que este problema acarrea. Para saber más acerca de esto último, les presentamos un caso, que evidencia la importancia de tomar cartas en el asunto (léalo aquí)





[1] Torres Romero, J. (2009) La discriminación en la escuela , México, CONAPRED

MARCO TEORICO



LA DISCRIMINACION EN LA HISTORIA

El siglo XX se ha caracterizado, entre otras cosas, por albergar las formas más cruentas de discriminación, y ahora en los albores del siglo XXI la discriminación es considerada como una de las violaciones más flagrantes de los derechos humanos. Esto no es casual, la complejidad de nuestro medio social y la violencia que se agudiza cada día más, ha dado lugar a la discriminación que en su sentido más elemental, no es más que el daño ejercido sobre las personas por parte de otros seres humanos.




Viendo los hechos y manifestaciones violentas que se suscitan a diario en nuestra sociedad, parece ser que se cumple aquella sentencia de Heráclito cuando afirmaba que “la violencia es padre y rey de todo”. Jean Paul Sartre decía que la violencia “hace sociedad”, pero se trata una sociedad que es el antagonismo de la sociedad fundada en la razón y en el amor, pues es una sociedad desesperada que busca por medios violentos lo que debería alcanzar a través de la convicción, del diálogo o de la negociación.

La violencia es, históricamente, un fenómeno humano, una situación difusa que se encuentra vinculada a casi todos los aspectos de las relaciones humanas. Sólo el hombre es quien puede ejercer violencia contra sí mismo y contra los otros. Sólo él es capaz de destruirse, de eliminarse, incluso, de justificar la violencia que ejerce en contra de los demás. Muchas veces el hombre para afirmarse a sí recurre a la violencia negando al otro, excluyéndolo, y por lo tanto, violentándolo. Unas veces amparándose en la legalidad, en la costumbre y en la moral, otras utilizando instrumentos que multiplican la potencialidad de dominio

 
DISCRIMINACION ACTUAL

En el horizonte actual vemos día a día como se deja aparecer la violencia al desnudo, como se ha escapado de las manos del hombre, cuando la justicia se confunde con la venganza, el orden con la represión, cuando se utiliza la violencia “legitima” para erradicar la otra violencia, dando como resultado una atmósfera densa de violencia donde casi siempre los afectados son los desprotegidos, los marginados y los excluidos. Ya no es posible diferenciar una violencia de otra, ésta se ha convertido en polimorfa. El hombre al sentirse prisionero de un sistema que utiliza la violencia para su legitimidad, para su funcionamiento, en algún momento se enfrentará a una situación temible donde la violencia podría explotar irremediablemente.

Dentro de la complejidad de nuestra situación actual y en la esfera de la violencia, se presenta una violencia que opera ciegamente, que pervierte la condición humana y el ámbito de la interrelación entre los hombres, es una forma de decadencia social que hasta hoy se le ha dado la categoría de amenazante, pero también es una indigencia del corazón humano que se ha convertido en una hostilidad e indiferencia tajante frente a los demás hombres, que en su caso extremo, es la búsqueda de la negación del otro, desde la antecámara de la vejación y de la marginación. Violencia que deliberadamente causa daño tanto físico, psicológico, moral al otro.

Esta violencia tiene su nombre: la discriminación, que es ante todo un fenómeno social, una situación de exclusión, de no reconocimiento, pero también, es el resultado de la indiferencia moral hacia el otro, que en su grado extremo, es más bien, el odio al otro, al que es diferente, al desconocido, al marginal, al que viene de otra parte, etc.

El asunto de la discriminación, en tanto fenómeno social dinámico, es un tema de gran complejidad que merece ser analizado de forma holística, su naturaleza, manifestaciones y proyección hacen indispensable abordarlo ampliamente, ya que su ominosa presencia genera una problemática particularmente complicada, lacerante y de honda repercusión en el tejido social.

Desde el punto de vista semántico, el diccionario de la lengua de la Real Academia Española, define a la discriminación como acción y efecto de discriminar; respecto del último término expresa que discriminar es, en una primera acepción, seleccionar excluyendo; en tanto que en un segundo significado se entiende como: dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.
 
 

La aceptación del término ha comenzado a crear argumentos de reconocimiento en torno al fenómeno. La discriminación en un sentido lato puede ser entendida como la vulneración del principio de igualdad, presente ya en la Constitución norteamericana de 1787 o la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, como sustrato de esa semejanza inherente a todas las personas emanada de la dignidad humana. Sin embargo, este punto de vista ha sido criticado por parecer muy general.

Por otra parte, podemos considerar que la discriminación en sentido estricto, se materializa cuando a la vulneración del principio de igualdad se suma un elemento de corte negativo empleado en perjuicio de ciertos grupos humanos, ya sea porque esté basado en alguna peculiaridad de una persona que la distingue de otras, con la intención de causar un tratamiento arbitrario.

Partiendo de las nociones anteriores, puede decirse que la discriminación es un proceso sistemático que se convierte en un comportamiento sostenido, continuo y común entre los seres humanos, que comprende el repudio a determinados grupos de personas, motivado por el valor negativo que se le ha asignado a sus diferencias culturales, lo que imposibilita ser considerados como personas y sujetos de derecho, afectando su dignidad humana.

El hecho discriminatorio surge durante la interacción entre distintos grupos sociales y obedece al rechazo de los demás, basado en el prejuicio que se focaliza hacia cierta particularidad del otro. La discriminación contra una persona o grupo tiende a una diferenciación injusta porque se mezcla con actos violentos y arbitrariedad, a veces constantes en el tiempo; así, un ser humano puede enfrentar tratos discriminatorios por ser pobre, por no tener educación formal, por tener algún tipo de discapacidad, o por su orientación sexual. Cuando alguien se ubica dentro de estas hipótesis, se convierte en una amenaza social, que en automático anula sus valores e identidad, se le vitupera en razón de la apariencia física y es factor de riesgo en la conformación social ideal.

Las actitudes discriminatorias son aprendidas. Esta afirmación es particularmente relevante y es corroborada por diversas evidencias, las que muestran un escenario en el que niños, niñas y adolescentes van incorporando opiniones y actitudes de discriminación hacia los grupos sociales que tradicionalmente son marginados y excluidos.
 
Entre los ámbitos discriminatorios se encuentra la discriminación escolar que es una problemática que día a día se va extiendo en la mayoría de las escuelas. Según datos de la Unicef6, del año 2011, el 42.2% de los niños, niñas y adolescentes de nuestro país declara haberse sentido discri­minado alguna vez en su escuela o liceo, cifra que aumentó significativamente en relación a la medición anterior, efectuada el año 2004, sobre los mismos ámbitos. Los estudiantes de establecimientos municipalizados y los niños/as menores de 14 años son quienes manifiestan mayores niveles de prejuicios en todos los temas, a excepción del tema indígena y, a su vez, son los que se sienten más discriminados.

La discriminación escolar es otra forma de violencia escolar. Esta actitud está incorporada en la sociedad y es institucionalizada por los sistemas de enseñanza, que busca una homogeneidad escolar, desconociendo la diversidad. Las motivaciones pueden ser de diversa índole, pero siempre están ligadas con la intolerancia por las diferencias.
 

 

MANIFESTACIONES DE DISCRIMINACIÓN ARBITRARIA EN LA ESCUELA:

 
Existen diversos grupos que son víctimas habituales de la discriminación; sin embargo, es importante destacar que no son las carac­terísticas diversas de las personas las que la generan, sino las actitudes hostiles que se producen ante esta diversidad. En el ámbito escolar, las manifestaciones de discriminación se producen principalmente ante las diferencias por:

Diversos estilos y ritmos de aprendizaje:

Las personas aprenden de muchas maneras y con distintos ritmos y, por lo tanto, requieren de diversos apoyos y condiciones del entorno. Sin embargo, los estudiantes con Necesidades Educativas Especiales, así como aquellos que, aún sin presentar discapacidad permanente o tran­sitoria, aprenden más lento o más rápido, suelen ser discriminados en el espacio escolar tanto por sus compañeros como por los docentes y demás miembros de la comunidad educativa, y en ocasiones son marginados de las actividades sociales de sus compañeros.

Cuando no se logran implementar estrategias adecuadas para los distintos ritmos y estilos de aprendizaje en la escuela, muchos niños van quedando rezagados o se aburren, por lo que son rotulados y estigmatizados como “tontos”, “nerd”, “desordenados”, “hiperkinéticos” o “flojos”, y son considerados un problema al interior del aula.

La discriminación arbitraria también se expresa cuando las y los docentes presentan bajas expectativas sobre las posibilidades de aprendi­zaje de los estudiantes, lo que impone barreras a su proceso formativo, que difícilmente podrán superar en la etapa adulta.

Apariencia física:

La apariencia física es un motivo importante de preocupación para los adolescentes, por lo que suele ser también motivo de burlas y dis­criminación. Muchas de las formas de discriminación arbitraria y violencia escolar se manifiestan a través de sobrenombres peyorativos que aluden a alguna característica física que destaque; apelativos como “narigón”, “guatón”, “cabezón”, “negro”, “chancho”, suelen ser con­siderados como bromas inofensivas por los estudiantes y aceptadas (a veces promovidas) por parte de los adultos, aun cuando se trata de expresiones que dañan significativamente su autoestima y dignidad, resaltando una característica con la que probablemente no se sientan cómodos o a gusto.

Este tipo de discriminación también se refiere a su forma de vestir o expresarse, lo que en ocasiones está relacionado con la condición socioeconómica: expresiones como “flaite”, “picante”, “pelolais”, “cuico”, encierran una variedad de significados que profundizan la discrimi­nación; de este modo, “el flaite” es asociado a características de pobreza, delincuencia y peligrosidad, en tanto que “la pelolais” se relaciona con ser superficial, arribista y con baja capacidad intelectual.

Al igual que las demás manifestaciones de discriminación arbitraria, esta también aplica sobre los adultos de la comunidad educativa, dado que, por ejemplo, existen ciertas expectativas sobre la manera en que debe vestirse un profesor: las manifestaciones de excentricidad en este aspecto suelen ser motivo de sospecha y duda sobre sus capacidades profesionales y/o personales.

Orientación sexual e identidad de género:

Los y las adolescentes homosexuales, lesbianas, bisexuales o transexuales (LGTB) son víctimas habituales de la discriminación arbitraria, no sólo en el espacio escolar, sino muchas veces también en sus familias. Las expresiones de “maricón”, “mariquita”, “camiona” y tantas otras, acompañan su desarrollo; un aspecto central, es que este tipo de discriminación se ejerce en contra de personas que, de manera percibida o real, son consideradas homosexuales o que tienen una orientación sexual o identidad de género diversa, es decir, no necesariamente son homosexuales, sino que basta que lo parezcan, ya sea por su comportamiento, gustos o apariencia personal.

Se trata de un grupo particularmente vulnerable, dado que estos estudiantes, por lo general, no cuentan en su entorno con personas adultas para protegerse. Lo mismo les sucede con compañeros/as de su edad, aunque, producto de los cambios culturales, encuentran cada vez más comprensión en sus pares etarios.

Una de las razones de la discriminación es la falta de claridad respecto de los conceptos que involucran a la diversidad sexual, existiendo materiales y documentos que ayudan a revertir este punto.

 
Condición socioeconómica:

Los estudiantes considerados pobres suelen ser discriminados en el espacio escolar; el barrio o población de la que provienen, el tipo de ropa que usan, las dificultades para adquirir materiales escolares e, incluso, ser beneficiarios de algún tipo de subsidio estatal, suelen ser motivos de segregación, traducido en las ya conocidas “bromas” y también en la marginación de ciertas actividades.

Este tipo de discriminación arbitraria también se manifiesta en relación a las características familiares de los estudiantes, como el tipo de  trabajo que desempeñan los padres y/o madres o la apariencia personal o forma de vestir de éstos; ello puede reflejarse en expresiones de bajas expectativas por parte de los docentes (“que más se puede esperar de este niño si tiene esa familia”…), lo que altera severamente su proceso formativo. Del mismo modo, se suelen sostener estereotipos altamente estigmatizadores al asociar pobreza con delincuencia, falta de higiene o despreocupación, características que pueden manifestarse transversalmente en todas las clases sociales.

Pero no solo se proyecta al interior de las escuelas, ya que la condición socioeconómica también suele ser un factor de discriminación arbi­traria según el establecimiento de donde provenga el estudiante, produciéndose un proceso de doble discriminación, dentro y fuera de éste.


Tipo de familia:

Existen diversos tipos de familias, tanto en relación a su estructura como a su funcionamiento. Aquellos estudiantes que no viven con ambos padres suelen ser discriminados, bajo la creencia de que ese tipo de familia está capacitada para ejercer de mejor manera la crianza. De este modo, niños, niñas y adolescentes que son criados por madres o padres solos, por la familia extensa (abuelos, tíos), cuando conviven con padres o madres del mismo sexo, con familiares homosexuales, o cuando tienen hermanos de diversos progenitores, son habitualmente etiquetados de manera negativa.


Embarazo y maternidad:

Las adolescentes madres o embarazadas muchas veces son excluidas del sistema escolar, ya sea directa o indirectamente. Se produce una discriminación directa cuando se les niegan las facilidades para rendir pruebas o ponerse al día con las asignaturas, cuando se entorpece su tiempo de amamantamiento, cuando se les excluye de determinadas actividades o cuando no se respetan los tiempos establecidos por los médicos tratantes, lo que obstaculiza su permanencia en el sistema. De manera indirecta, la discriminación arbitraria se produce a través de rumores y comentarios, como “son un mal ejemplo para sus compañeros y compañeras”, “el establecimiento podría enviar un mensaje equi­vocado de permisividad” o que “el establecimiento puede ser desprestigiado”. Es así como muchas veces estas adolescentes van quedando aisladas de sus amigas y compañeros.

Estilos juveniles:

La búsqueda de la identidad personal es una preocupación central durante el período adolescente, la que se traduce en una tensión constan­te entre diferenciarse como sujetos únicos y particulares, y asemejarse a otros que se identifican como iguales. El “grupo” tiene especial rele­vancia en esta etapa; el sentido de identidad grupal se traduce en diversos estilos juveniles, con determinadas características, manifestadas en elementos materiales (formas de vestir, cortes de pelo, gustos musicales, lugares de reunión) e inmateriales (convicciones, estereotipos, expresiones propias del lenguaje), que los y las adolescentes consideran representativos de su identidad.

Los grupos juveniles manifiestan distintos grados de ideologización, algunos estilos se traducen solo en una mirada estética y otros desarro­llan formas particulares de entender el mundo y desenvolverse socialmente; de allí que algunos estilos resultan en modas pasajeras y otros se sostienen y reproducen en el tiempo.

Si bien los estilos juveniles varían, más que cuantificar y describir estas diversas manifestaciones culturales, resulta importante reflexionar en torno a la necesidad de expresión juvenil que está detrás y que la cultura escolar, con sus normas, ritos y costumbres, no siempre es capaz de identificar como un ámbito que forma parte de la identidad de los y las estudiantes y que, por lo tanto, es necesario respetar, en la medida en que no transgredan los derechos de los demás.

Sexo:

Hombres y mujeres son diferentes, pero tienen el mismo potencial para aprender y requieren de las mismas oportunidades para lograrlo. Sin embargo, y aunque no siempre de manera consciente, las estudiantes suele ser discriminadas arbitrariamente por razones de género12. Las expectativas y niveles de exigencia por parte de los docentes varía según se trate de hombres o mujeres (se les exige más a los varones en asignaturas científicas y matemáticas, y a las niñas en aquellas humanistas), lo que les resta oportunidades de aprendizaje, en especial, a las mujeres.

En este mismo sentido, la discriminación arbitraria se manifiesta en relación a las expectativas sobre las conductas esperadas para cada sexo: de una niña o adolescente se espera que cumpla con una serie de características asociadas a lo femenino (ser suave, ordenada, tran­quila, responsable, emotiva, etc.) y, cuando no cumple con estas expectativas es discriminada por “problemática” o “ahombrada”.

Lo mismo sucede respecto de los hombres: de ellos se espera que cumplan con una serie de conductas asociadas a lo masculino (que juegue fútbol, que sea bueno para pelear) o, de lo contrario serán etiquetados y, consecuentemente, discriminados como “llorones”, “cobardes” o “afeminados”.

Pueblos originarios:

Los estudiantes pertenecientes a alguna etnia indígena son frecuentemente discriminados, no solo por sus compañeros sino también por los docentes y demás miembros de la comunidad educativa. Esta segregación se manifiesta a través de bromas e insultos, apelando de manera peyorativa a su condición indígena (utilizando términos como “indiecitos” en el sentido de un insulto, por ejemplo), así como también a través de la negación y desvalorización de sus costumbres y lenguas originarias. Esta discriminación trae como consecuencia un deterioro progre­sivo de su patrimonio cultural y lingüístico, determinando el que muchos estudiantes opten por negar u ocultar su condición de indígenas, dañando su autoestima y, por tanto, su identidad.

Discapacidad:

Existen diversos tipos de discapacidad (física, psíquica, mental y sensorial)13; niños y niñas, al presentar cualquiera de ellas, son víctimas ha­bituales de actos discriminatorios, aunque no siempre con una intencionalidad negativa. Al igual que otros grupos excluidos arbitrariamente los estudiantes que presentan alguna discapacidad son objeto de “bromas” y apodos peyorativos que apelan a su condición (“cojo”, “cuatro ojos”, “mongólico”, “enano”, etc.), lo que refleja la tendencia de nuestra sociedad a centrarse en la carencia y no en los recursos y capacidades diferentes que cada persona desarrolla. Estos estudiantes suelen ser marginados de los juegos y eventos sociales de sus compañeros bajo la idea de que la diferencia les impediría compartir las mismas actividades. En otro sentido, pueden tener un trato diferente de forma positiva, pero dañina también. El ejemplo más frecuente es la sobreprotección a la cual se les somete, lo que entraña sentimientos de lástima y poca confianza en sus capacidades.

Los adultos también pueden cometer actos de discriminación respecto de los estudiantes que presentan discapacidad, ya sea marginán­dolos de ciertas actividades, implementando estrategias homogeneizadoras que no contemplan sus recursos de aprendizaje o asumiendo roles sobreprotectores que les impiden desarrollar procesos de autonomía.

Enfermedad:

Enfermedades como el VIH, la esquizofrenia o la epilepsia, por mencionar algunas, son estigmatizadas, fundamentalmente, debido a la ig­norancia respecto de sus características. A los y las estudiantes que viven con alguna de estas enfermedades se les condiciona el ingreso, permanencia o promoción en establecimientos educacionales, bajo la premisa de que se trataría de niños enfermizos, portadores de conta­gio para los otros miembros de la comunidad educativa o, simplemente, peligrosos.

Inmigrantes:

Los inmigrantes reciben un trato diferenciado y solo algunos de ellos son discriminados, bajo el estereotipo de tratarse de nacionalidades “inferiores” a la nuestra. No sucede lo mismo respecto de estudiantes europeos o estadounidenses, quienes, por lo general, tienden a ser valorados precisamente por sus diferencias (como el manejo de otro idioma). Los estudios14 dan cuenta de que niños y adolescentes ecua­torianos, peruanos, bolivianos y haitianos, son quienes más sufren de la discriminación por parte de sus compañeros y de la comunidad edu­cativa en general, lo que se traduce en la negación de ingreso o permanencia en el sistema escolar, bromas, burlas y exclusión, entre otros. Acciones como la negación de matrícula se tratan de justificar en la falta de regularización de la residencia de sus familias en el país, porque impediría el ingreso a los niños chilenos o porque son niños, niñas y adolescentes que no manejan símbolos y códigos de la cultura nacional.

En Chile, los niños y niñas migrantes tienen asegurado el acceso y permanencia en el sistema educacional, independiente de la condición migratoria de sus familias, tal como lo establece el Oficio ORD N° 07/1008 (1531) de agosto 2005, del Ministerio de Educación.

Religión o creencia:

Este tipo de discriminación arbitraria se ejerce sobre aquellos miembros de la comunidad educativa (estudiantes y sus familias, docentes, asistentes de la educación, etc.) que profesan una religión distinta a la dominante en la escuela, o ante aquellos que son agnósticos o no creyentes. Se les atribuyen características valóricas que son generalizaciones estereotipadas: “los evangélicos son fanáticos”, “los ateos son personas sin valores”, “los musulmanes son peligrosos”, etc., con las cuales no solo se excluye al estudiante, sino que se pierde la oportunidad de conocer y valorar el pensamiento diverso, así como las distintas formas de concebir el mundo y la espiritualidad.

Cabe destacar que en Chile rige la Ley Nº 19.638, conocida como de “Igualdad de Cultos”, que reafirma el respeto a los principios de igualdad ante la Ley y de libertad de conciencia, ya contemplados en la Constitución. Los establecimientos educacionales tienen la obligación de respetar dichos principios, así como el derecho de las familias a educar según sus creencias con pleno respeto a la diversidad.
 
Para conocer un poco mas de la discriminación escolar te invitamos a ver el siguiente video: http://www.youtube.com/watch?v=iObJAiOhYYw
 
Pese a esto se han descubierto infinidad de Consecuencias de la discriminación escolar:

Entre las consecuencias más comunes y de gravedad de la discriminación escolar está la deserción, provocada por la intolerable situación.

Los trastornos psicológicos y fisiológicos son otra de las consecuencias de la discriminación escolar. Desde depresiones, tartamudez, y afecciones psicosomáticas, retraso en el aprendizaje, entre otros. Así también encontramos entre los afectados una serie de problemas que afectan tanto a su entorno educativo como familiar entre ellos están:

  • Odio
  • Resentimiento    
  • Depresión

·     Debilidad                                     

 


                  *Baja autoestima 

  •                   *Desconfianza 
  • Guerra
  • Violencia
  • Rechazo
  • Inseguridad

 


El cambio de escuela, ¿la solución?


En muchas ocasiones los padres optan por cambiar a sus hijos de escuela, ya sea porque son los agresores de otro y fue expulsado, o porque fue la víctima de la discriminación. Al respecto, Valadez no considera que sirva de mucho, ya que en ambas situaciones se llevan el problema a su nueva escuela.


“Si el agresor es expulsado llegará a la nueva escuela tratando de ejercer la misma conducta que de alguna manera le fue benéfica, como es la de adquirir un protagonismo que no tiene en casa. Si es la víctima probablemente se verá afectada por el síndrome de indefensión cognitiva, que se caracteriza por un importante déficit cognitivo, motivacional y afectivo que van a exponerlo al fracaso escolar o a conductas poco saludables o de riesgo, entonces va a ser la misma, va a seguir siendo víctima”. Por esta razón se dice que no es la solución de igual forma por que cabe destacar que esta problemática va extendiéndose de manera extraordinaria por todos los rincones del país por las escuelas de los distintos niveles educativos siendo instituciones públicas o privadas.


Es precisamente por la falta de una solución  que ni la escuela ni los docentes pueden seguir siendo indiferentes a la problemática de la discriminación en la escuela. Ya no es admisible que frente a la presencia de actitudes y conductas sexistas, racistas, homofóbicas e intolerantes, escuela y docentes pasen de largo, sea porque piensen que eso no está dentro de sus responsabilidades (las cuales consistirían sólo en transmitir los contenidos de la curricular), sea porque no quieren buscarse problemas o sea porque aun cuando tengan la mejor intención de actuar, no saben cómo hacerlo y carecen de los conocimientos y herramientas adecuadas.
 
COMBATIR LA DISCRIMINACIÓN:

Combatir la discriminación en la escuela exige una estrategia articulada que comprometa a los distintos actores de la comunidad escolar, señaladamente a directivos y docentes, que abarque los diferentes ámbitos, prácticas y relaciones que ocurren en el espacio escolar y que se sustente en una plataforma pedagógica consistente: una estrategia integral, pues, de educación para la no discriminación.

La discriminación, como hemos visto, se sostiene en una triada de desprecio, negación de derechos y exclusión. Esto nos permite, por oposición, delinear los propósitos esenciales de la educación para la no discriminación.



Enuncio cuatro objetivos fundamentales:

                                                     

·         Contribuir a la construcción de sujetos de derecho. Una persona discriminada es una persona sin derechos y, por lo tanto, alguien a quien se le debe restituir su condición ciudadana, inmerecidamente cercenada. Por ello, la educación para la no discriminación debe promover el conocimiento de los derechos, su ejercicio, su defensa y el dominio de las herramientas y mecanismos que permiten protegerlos.

·         Desarticular las bases socioculturales y simbólicas de la discriminación. Una tarea fundamental es combatir desde su raíz los prejuicios, estereotipos y estigmas que naturalizan, invisibilizan y le confieren legitimidad social al maltrato del que son objeto determinadas personas y colectivos sociales.

 

·           Promover identidades libremente elegidas, plurales y no confrontadas. Otra tarea pedagógica fundamental es no sólo combatir prejuicios específicos, sino las estructuras mismas que dan lugar a los prejuicios, lo que supone reformular los esquemas maniqueos que subyacen a nuestra forma de ver el mundo y lo que en él ocurre, y que son fuente inevitable de intolerancia. Tarea ésta que se traduce en tres exigencias educativas cruciales: cultivar la autonomía moral como medio para resistir las presiones del entorno; desarrollar el juicio crítico como medio para superar interpretaciones maniqueas de la realidad y de las personas; y promover el desarrollo de la autoestima como recurso para afirmar la propia valía y resistir toda tentativa de sobajamiento y degradación por parte de otros.

 

·           Contribuir a la construcción de nuevos referentes para la interacción social. No se trata sólo de evidenciar las sinrazones de los prejuicios, sino de ofrecer herramientas conceptuales y prácticas que permitan reconstruir la convivencia social sobre nuevas bases. Si la discriminación se expresa, entre otras cosas, como intolerancia hacia determinadas diferencias que son calificadas de inadmisibles, se debe favorecer el desarrollo de dos competencias clave: uno, la empatía como vía para estar en condiciones de ver a los otros como personas con derechos, de comprenderlos y considerarlos como iguales y, por lo tanto, como legítimos interlocutores; y dos, el respeto, la disposición a aceptar y a convivir con cualquier forma de ser, pensar y actuar que elijan para sí mismos los demás ciudadanos en el marco del Estado democrático de derecho; en otras palabras, la capacidad de reconocer y valorar todas las expresiones de la diversidad humana que sean compatibles con los derechos humanos y la legalidad democrática.

 

La propuesta que, desde mi punto de vista, puede contener y desplegar estos objetivos para combatir eficazmente el fenómeno discriminatorio es la educación intercultural, entendida no como un enfoque que simplemente se propone favorecer la integración de ciertos grupos específicos como migrantes, indígenas o personas con discapacidad a la corriente “normal” de la escuela y la sociedad, sino como un enfoque sustentado en una perspectiva de derechos, de carácter incluyente, que atiende todas las expresiones de la diversidad porque parte de la premisa de que en la escuela y

en la vida las diferencias son la norma y que estas diferencias no tienen por qué entenderse como problemas o déficits respecto de un supuesto patrón ideal.

La educación intercultural tiene dos grandes objetivos:

 
1. Lograr una real igualdad de oportunidades educativas para todos los estudiantes, independientemente de sus diferencias culturales o de cualquier otro orden (propósito que tiene que ver con la genuina universalización del derecho a la educación); y

2. promover el éxito escolar de todo el alumnado, definido en términos de desarrollo de competencias para la vida y de competencias para desenvolverse en contextos de diversidad cultural (lo que tiene que ver con el propósito de atender adecuadamente lo diverso, tratando de dar a cada cual lo que realmente necesita, sin descuidar aquello que se considera común a todos).
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SITIOS WEB DE INTERÉS:
 

El papel del maestro

La también profesora investigadora adscrita al departamento de Salud Pública del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), dice que durante la investigación que realizó los alumnos le manifestaron que en la mayoría de los casos los maestros no se dan cuenta de la discriminación en las aulas.

“Hay manifestaciones que no son visibles como el hostigamiento psicológico, pero cuando las manifestaciones son más visibles como la agresión verbal, los golpes y los jaloneos, los agresores se cuidan mucho de que no los vean los maestros, entonces podemos decir que en una parte considerable el maestro realmente no se da cuenta”.





Sin embargo, dice que cuando un profesor se da cuenta puede creer que es una situación que el alumno tiene que pasar como parte de su relación con otras personas, “creen que simple y sencillamente no ha aprendido a caerle bien a los demás y que por eso ‘se llevan’ con él”

Video: ¿Qué es la discriminación escolar?

La problemática a la que nos referimos como se ha estado mencionado es la DISCRIMINACION ESCOLAR; los invitamos a ver el siguiente vídeo en el que nos hablan un poco más acerca de esta problemática que está presente lamentablemente, en muchas de las escuelas de nuestro país. 



ANALISIS DE RESULTADOS


Para un mejor ejemplo de la discriminación escolar, se eligió una institución en donde el instrumento que se utilizó para atender esta problemática fue el de la OBSERVACIÓN, y ésta nos permitió tener una perspectiva amplia acerca de las prácticas que se den dentro del salón de clases en la escuela primaria Lic. Adolfo López Mateos, incluyendo aquellas que pueden considerarse como discriminación escolar.

Se encontró que dentro de la institución en el 60% de los salones que se encuentran ahí, se observaron comportamientos discriminatorios en base a burlas, molestias, no querer interactuar con algún alumno o incluso rechazarlo de su equipo de aprendizaje.

 
Estos comportamientos se observaron con mayor frecuencia en los grados de tercero a sexto año, siendo cuarto, quinto y sexto un 70% de discriminación dentro del aula.

En esta escuela se registran entre dos a tres alumnos de lento aprendizaje en cada salón, de los cuales todos son víctimas de burlas por parte de sus compañeros al tratarlos como personas que no son aptas de aprender y también se observó a los docentes que dos salones no comentaron nada respecto al respeto ni construyeron algún argumento para la detención de estos actos discriminatorios.